martes, 31 de octubre de 2017

Día 9 - Last dive

Último buceo en Filipinas.
Hoy toca pecio. Un pequeño yate de recreo hundido a 37 metros de profundidad cerca de la playa de Alona. La embarcación nos deja cerca de dedo de está el pecio, pero nos toca darle un ratin a las aletas hasta q lo vemos. Está en muy buen estado en posición de navegación. Y como la mayoría de los precios, se ha convertido en un punto donde se refugia la vida marina.
La profundidad del punto de inmersión hace que no podamos quedarnos mucho tiempo para evitar entrar en deco, por lo que nos dirigimos hacia la costa y seguimos la pared del arrecife en el sentido de la corriente. Un par de pequeñas cobras, peces payaso y globo, nudis, pequeñas gambas transparentes... Lo común en estas aguas.
Tras la inmersión me toca recoger el equipo para endulzarlo y secarlo en el hotel.
Y a hacer un poco de turismo. Cogemos uno de los abundantes triciclos y nos vamos a la cercana población de Población. Lo primero que vamos a visitar es el mercado, ya que un compañero me ha encargado comprar unos cuchillos... Y así de paso me compro yo uno.
Nos acercamos por la plaza donde está la iglesia, y lo que parece ser una antigua torre de vigilancia.
Tras vagabundear un rato más por el pueblo, comemos algo, descansamos un rato y cogemos otro triciclo para volver a Alona.
Siesta en el hotel y otro paseo por la zona.
Y la última cena en el "restaurante" típico donde hemos comido o cenado varias veces estos días. Con su variedad de cazuelas y su barbacoa con carne, pescado y verduras.
Al día siguiente ni se madruga ni se bucea, así que caen unas cervezas y unas cuantas partidas de billar para terminar la noche

lunes, 30 de octubre de 2017

Día 8 - Sin final feliz

Volvemos a Balicasag, a ver si esta vez sí vemos al tiburón ballena.
Pero no ha habido suerte. En las dos inmersiones nos hemos tenido que conformar con ver tortugas, morenas, gambas enanas, peces payasos, enormes bancos de bocazas, nudis, peces globo...
El día empezó bien, pero según avanzaba la mañana, el clima empezó a empeorar, y el mar que un rato antes era un plato, ahora estaba bastante más agitado. Afortunadamente debajo del agua todo seguía en calma... Menos para la pobre tortuga a la que desperté con mis luces, pero es que estaba tan mona durmiendo sobre el coral...
La vuelta a la costa desde la isla estuvo acompañada de oleaje y lluvia, pero bueno, ya estábamos mojados, así que no es tan grave.
Comer y siesta... Y vuelta a la playa.
A las 6 anochece aquí, pero no como en España... Aquí se hace de noche cerrada. Aunque como ya no llovía, y la temperatura era agradable, aprovechamos para darnos un masaje en la playa por una de las decenas de masajistas que pueblan la zona de hoteles con sus uniformes rosas. No será posiblemente el mejor masaje del mundo, pero a mí me dejó relajadito, y sin final feliz :p

domingo, 29 de octubre de 2017

Día 7 - De turisteo por Bohol

Hoy no se bucea. Nos vamos de paseo.
Pero eso sí, paseo pasado por agua. Le ha dado por llover todo el día, pero así es el clima de por aquí.
Nos recogen en un monovolumen y nos llevan a algunas de las atracciones turísticas típicas de Bohol.
Primero vamos a ver a los monos tarsier. Es un pequeño animalejo en peligro de extinción. Es el mono de menor tamaño que existe. Con unos ojos enormes, más grandes que su propio cerebro. Un dato curioso que comentó la guía del centro de conservación, es que hay que tener cuidado y no estresar les, ya que se pueden llegar a suicidar.
La siguiente parada son las Montañas de Chocolate. Una curiosa y única formación geológica formada por cientos de montículos formados por el movimiento de las placas tectónicas que elevó las formaciones de coral, y la erosión provocada por la lluvia.
Aprovechamos la parada para comprar algunos recuerdos, y para probar unos gusanitos. Un poco secos y de sabor algo fuerte, pero he comido cosas peores.
Otro alto en el camino para ver un par de puentes colgantes en Sibatan. Fabricados con bambú, y bastante estables. Otro refrigerio a base de leche de coco y plátano a la plancha.
Y llegamos al embarcadero del río Loboc. Aquí cogemos una de las barcazas-restaurante, que por 550 pesos filipinos (menos de 9€), incluye un paseo por el río y la comida tipo buffet. El principio del recorrido nos acompaña una copiosa lluvia, pero tal y como vino, se fue y podemos disfrutar del paisaje, y de un espectáculo de baile protagonizado por unos niños en un escenario a la orilla del río.
Tras toda la mañana de visita, volvemos al hotel a descansar, que nos lo hemos ganado.

Día 9 - Last dive

Último buceo en Filipinas. Hoy toca pecio. Un pequeño yate de recreo hundido a 37 metros de profundidad cerca de la playa de Alona. La em...